Pues lo prometido es deuda, ayer al volver a ver esta
película al cabo de muchos años logró emocionarme.
Tengo que decir que dé nunca me llamó la atención pero en una etapa de mi vida en la que estudié enfermería nuestro profesor nos la puso en
clase con el fin de que aprendiésemos a valorar a los enfermos, y sobre todo a
ser humanitarios, saber escucharlos y tratarlos por lo que son personas, pero
incluso en los tiempos que estamos hoy en día aún sigue habiendo malos tratos a
los pacientes por alguna que otra persona del personal sanitario.
La persona que padece alguna enfermedad ha de pasar por
muchas etapas, la más difícil es la fase de aceptación de dicha enfermedad.
Adams voluntariamente ingresa en una clínica psiquiátrica a
causa de una depresión y tras conseguir curar a su compañero Rudy de alucinaciones por miedo a las ardillas,
decide estudiar medicina para ayudar a los demás.
Mientras que fue estudiante tuvo muchos problemas ya que
nadie entendía sus métodos; pero para él el involucrarse con los pacientes era
lo más importante.
A lo largo de la película vemos cómo consigue sacar sonrisas
entre los niños y niñas enfermos de cáncer, y
como cumple los deseos de cada paciente con el único propósito de
hacerles felices.
No será fácil el camino para conseguir hacerse médico ya que
no todos piensan que sus métodos son los adecuados pero luchará hasta el final para poder graduarse y
llegar a ser un gran médico.
“La muerte no es enemigo, señores. Si vamos a luchar contra alguna enfermedad hagámoslo contra la peor de todas: La indiferencia.”